jueves, 10 de noviembre de 2016

Biografía



Su verdadero nombre es José del Carmen de los Dolores Escobar. Nació en la ciudad de Panamá, el 16 de Julio de 1861, en un hogar humilde, pero lleno de virtudes.  Su madre, Manuela Escobar, muere cuando Federico frisaba los nueve años de edad. Huérfano de padres, pasó a la tutela de su tío José Manuel Escobar quien trató por todos los medios de proporcionarle los conocimientos necesarios para que pudiera defenderse en la vida. Debido a su condición humilde, no pudo asistir a los colegios privados que existían en su época, pero logró hacerse un nombre por su propio esfuerzo. Se dice, que los papeles que con mayor interés y aplicación leía, eran aquellos que tuviesen versos; pues, desde niño se inclinó a la exploración del campo florido de las musas.


Carpintero de profesión, tuvo como maestro a su tío José Manuel Escobar. Durante el día asistía al taller y finalizado su trabajo, se dedicaba a su labor poética. Como carpintero trabajó por muchos años para la empresa del Canal Francés. 

Como constructor gozó de mucha popularidad y se le encomendó la construcción de varios edificios del Istmo.Contrajo matrimonio con Doña Balbina Prado, en la ciudad de Panamá el 15 de julio de 1895. La suerte no lo acompañó en su matrimonio, su esposa muere y queda a cargo de sus cinco hijos: América, Colombia, Graciela, Isabel y Federico.

En 1887 le encontramos como miembro del Cuerpo de Bomberos de Panamá; en 1904 como Sargento Mayor de la República y en 1910 como Concejal del distrito de Panamá por el Partido Liberal.

Federico Escobar, el poeta humilde y de piel oscura, que gustaba llamarse El Bardo Negro y sobre cuyos textos poéticos participaron dos de las tendencias culturales más influyentes de su época: Romanticismo y Modernismo, escribió un poema intitulado “Niebla”, cuya primera estrofa dice:

“También negro nací; no es culpa mía... / El tinte de la piel no me desdora, / pues cuando el alma pura se conserva / el color del azabache no deshonra.”,

utilizando como epígrafe una estrofa de Candelario Obeso, su antecesor negro en Colombia, y con el cual canta a su raza.

Rodrigo Miró nos dice de él: “La obra de Escobar, fiel reflejo de su circunstancias, ofrece peculiaridades que la hacen muy estimable. Imbuido del optimismo científico y progresista de sus días, librepensador, ingenuo y espontáneo, es siempre digno.” Y continua: “Una viva emoción panameña le llevó a cantar nuestras glorias locales y a ensayar una poesía de tipo pintoresco y popular apoyada en nuestros usos y costumbres. En ese sentido, es un antecedente de nuestros nativistas de hoy. “
Gran parte de su obra fue reunida por su nieto Antonio Alcides Jiménez Escobar, bajo el título de “Recopilación de algunos trabajos de Federico Escobar para referencia personal”. Obra que utilizamos de referencia y aplaudimos ya que reconsideramos que es de gran utilidad para el conocimiento y divulgación de la obra literaria del poeta panameño Federico Escobar.

Federico Escobar murió repentinamente de un ataque al corazón, a la edad de cuarenta y nueve años el 2 de agosto de 1912.

Logros

En 1889, obtuvo medalla de oro en el concurso de inteligencia poética organizado por La Sociedad Progreso del Istmo, para conmemorar nuestra independencia de la madre patria España.

A partir de 1890 fue una de las más populares figuras de las letras panameñas. Colaboró en multitud de periódicos y revistas de fin de siglo y principios de la República, como: El Aspirante, El Lápiz, El Diario de Panamá, La Estrella de Panamá, El Cronista, El Mercurio, Nuevos Ritos y El Heraldo del Istmo. Editó dos periódicos de los cuales fue propietario: La Guadaña y La Revista; que fueron suspendidos a los pocos días de haber visto la luz pública, por no ajustarse  a las leyes de prensa de la época.

Escribió casi en todos los géneros. Su prosa es elegante y recia; tiene fábulas como El Ruiseñor y el Burro, El Sastre y el Aprendiz. Cuentos como El Aguinaldo de Navidad y La Cucarachita Blanca Mandinga. Incursión en el teatro, y por lo menos dos obras suyas fueron representadas en Panamá: La Ley Marcial, en 1885, y La hija Natural, en 1886. También sobresalió como crítico y gran orador.
Su obra poética representa diversos aspectos, pero sobre salen en todas ellas los cantos patrióticos. Prueba de ello es que en los concursos en los cuales participó presentó los poemas 28 de Noviembre y 3 de Noviembre cuyos títulos señalan fechas gloriosas de la patria. Se le conoció, entre la gente del pueblo, con el sobrenombre de “el bardo negro” y en el exterior como “poeta negro de Colombia”.


Obras:
  • La ley marcial (teatro), 1885.
  • La hija natural (teatro), 1886.
  • Hojas secas, 1890.
  • El renacimiento de un puebloOda a Cuba, 1902.
  • Instantáneas, 1907.
  • Patrióticas: a Don José D. de Obaldía, protector de las letras panameñas, 1909.
  • La cucarachita mandinga, 1911.

Entre las poesías de Federico Escobar podemos mencionar las siguientes:

  • Madrugada en el campo
  • La criolla panameña
  • Nieblas
  • Canto al Fierro
  • Rato de ocio
  • Napoleónica
  • Hartzembusch
  • A Don Erasmo
  • Amarga Pena
  • A mi patria
  • El sueño de la gloria
  • Roma
  • Pecadora
  • A Víctor Manuel Alvarado
  • Negra y Blanca
  • Lumínico
  • Loca!
  • Episodio
  • Un político joven
  • 28 de Noviembre


Nieblas,
por Federico Escobar

¡Negro nací! La noche aterradora
trasmitió su dolor sobre mi cara;
pero al teñir mi desgraciado cuerpo
¡dejó una luz en el cristal del alma! 

C. Obeso. 

También negro nací; no es culpa mía...
El tinte de la piel no me desdora,
pues cuando el alma pura se conserva
el color de azabache no deshonra. 

Hay en el mundo necios que blasonan
de nobles por lo blanco de su cara;
que ignoran que en la tierra sólo existe
una sola nobleza: la del alma, 

¡Qué importa que haya seres que se jacten
de nobles porque tienen noble sangre
si practican el vicio?... Nada importa;
que ellos son nada ante el Eterno Padre. 

Negro nací; pero si Dios Supremo
ha teñido mis pieles con la tinta,
me ha dado lo que pocos hombres tienen:
un corazón virtuoso y una lira. 

Negro nací ¡no importa! Mi conciencia
me dice que conservo pura el alma,
como las puras gotas de rocío,
como la blanca espuma de las aguas. 

Y si la noche con su oscuro manto
logró cubrir mi cuerpo aun en la
cuna, una luz internó dentro mi pecho
y en mi mente una chispa que fulgura.

28 de Noviembre,
por Federico Escobar

Luz de la inspiración, chispa divina,
sólo con un destello refulgente
disipa las tinieblas de mi mente,
y mi obscura razón ven e ilumina.
Sublime Mnemosina,
yo quiero recordar con sumo anhelo
de nuestra redención la grata historia,
y hacerme digno del istmeño suelo
que supo conquistarse inmensa gloria.

Ven, diosa, ven, refresca mi memoria
con tu suave aliento,
y conduce a regiones ignoradas
mi torpe y extraviado pensamiento.
Musa de la Memoria, ven y ayuda
en este augusto instante mi cerebro,
para elevar a Panamá un requiebro
acompañado de armoniosas notas,
aunque después mi lira quede muda,
rotas sin cuerdas, de entusiasmo rotas.

Quisiera yo con atrevido vuelo
veloz hender, cual cóndor, el espacio,
ocultarme entre nubes de topacio,
de nácar y amaranto,
para robarle inspiración al cielo
y entonarle a mi Patria tierno canto.

Pero es en vano Panamá. En tu día
yo no puedo magníficos cantares
entonar con pindárica armonía:
sí me es dado quemar en tus altares
con toda reverencia, sólo un grano
de perfumado incienso
como tributo inmenso
que ofrenda un corazón republicano.

I

Querida Panamá. Cuando contemplo
a través de los tiempos tu pasado,
aquí dentro del pecho, erijo un templo
y ante tu altar derramo triste llanto
por ti, no más por ti, querido suelo.
Tres centurias gemiste bajo el yugo
de la opresión ibera,
relegada al olvido
sufriendo sin cesar amargas penas:
y entre tantas desdichas y rigores
no escuchaste más ruido
que los fuertes clamores
formados al rodar de las cadenas:
pero ¡ah! la suerte quiso
darte valor civil, y con coraje
te arrancaste oprobiosa vestidura
al destrozar tus férreas ligaduras
que te ataban al viejo coloniaje.

VEINTIOCHO DE NOVIEMBRE: Patria amada,
hoy viste en tu horizonte los albores
de un cielo esplendoroso,
nuncio de libertad. El astro hermoso
lució con más donaire en el Oriente:
brilló más pura la argentada fuente,
y las tempranas flores,
ostentaron más bellos sus colores,
y perfumaron el Istmeño ambiente.
¡Libertad! Murmuraron nuestras aves
y a ese nombre los bosques respondieron
con acentos melódicos, suaves
que las brisas también repercutieron.
En ese santo día, se proclama
por treinta y un patriotas,
la Diosa –Libertad que el pueblo aclama
hoy al mirar nuestras cadenas rotas…
Fecha inmortal!

Afrentador sudario
hoy se arranca del cuerpo del esclavo:
y aquella fecha, el Ángel de la Fama
la inscribe en su glorioso Calendario.

II

¿Qué significa aquella muchedumbre
que sin cesar se agita
y allí, donde el Cabildo se reúne
llena de santo ardor se precipita?
-¡Espectáculo grande! Nuestros padres,
con justísimo celo deliberan,
y piensan proclamar la independencia
inspirados por Dios y el patriotismo…

Miradlos, allí están! Quiénes son ellos?
-Son los Padres Conscriptos de esta Patria,
que del sol de Noviembre a los destellos,
en Junta General de augustos cuerpos:
Civiles, Militares y Eclesiásticos, 
a invitación del gran Ayuntamiento,
y de un pueblo iracundo a la presencia
proclaman, con un solo pensamiento,
ante la faz del mundo,
del Istmo la primera independencia.

Miradlos, allí están! Treinta y un hombres
firman de redención el documento;
treinta y uno no más, y cuyos nombres
no basta a contenerlos la memoria,
ni caben en la plancha
inmensa de la Historia.

III

A impulso de espontáneo patriotismo
fundiste, pueblo hermoso, tus cadenas:
pero no recibiste el bautismo
de libertad, con sangre de tus venas,
Veintiocho de Noviembre! Santo día
de gloria inmarcesible. El edificio,
que en Panamá erigió la monarquía
española, terror de las naciones,
que se colmó de gloria en Zaragoza
y en Bailen, y en Lepanto y en Pavía
hoy se vio demolido en beneficio
de la América entera,
y allí, sobre sus mismas fundaciones,
a la Libertad alzóse un templo,
y en su vistoso y bello frontispicio
sus colores lució nuestra bandera.
…………………………………….
…………………………………….
Hubo un tiempo fatal para el colono,
que sujeto a la aciaga tiranía,
ahogaba en su pecho justo encono,
y estacionario en la abyección vivía!
El saber escribir era un delito
en el esclavo; el texto de lectura
era sólo de Cristo la Doctrina
que, entre inmensa tortura,
aprendía por arte rutina.
Nadie aspirar debía aunque quisiera
del Istmo la ventura;
ni pensar en su santa Independencia,
ni aspirar a la gloria,
ni sondear los arcanos de la Ciencia,
ni hablar de los asuntos de la Historia.
Era un caos no más. El retroceso
imperaba en el Istmo por doquiera, 
y al condensarse tantos elementos
brotó la chispa hermosa del Progreso
y de la Libertad ardió la hoguera.

IV

Tú, Panamá, besada por los vientos
del Pacífico mar y mar Atlante,
de riquezas con grandes elementos,
te erguiste y acercaste los momentos,
de conquistar un porvenir brillante…
Desde entonces, con mágico embeleso
te bañaste en los líquidos cristales
que forman al regar con sus raudales
la fuente bendecida del Progreso.
Tembló el volcán que en su interior sofoca
el patriotismo con ardiente lava;
saltó en fragmentos la soberbia roca
peninsular de la ciudad esclava,
y sin igual empuje
del cívico heroísmo,
después de tan glorioso cataclismo,
el león crispa su melena y ruge
ante la augusta majestad del Istmo.
Brilló la luz de la Razón. El hombre
se convirtió de esclavo en ciudadano;
amó de la igualdad el santo nombre,
y maldijo después el del Tirano…

Y sobre tu progreso, Patria mía,
¿qué influjo tuvo, pues, tu independencia?
-Independiente ya de la Metrópoli
el Istmo, la Divina Providencia
lo colmó de sus dones celestiales
y empresas colosales
vinieron a este hermoso territorio,
“Centro del Universo” bello emporio
como Bolívar lo llamó algún día;
y las Artes, la Industria y el Comercio
se ensanchan en el centro de la América,
y naves a millares
surcan del Istmo el líquido elemento;
entonces de mi patria en los altares
la Civilización con el Progreso,
celebran sus divinos desposorios
con tierno arrobamiento.
La audaz locomotora, 
en su veloz carrera, rasga el viento;
y lleva por doquier y sin demora
la eléctrica corriente, el pensamiento.

V

Yo, el último tal vez de los istmeños
vengo a tu altar en tu solemne día
para regar con mis queridas flores
el santuario que ocupan, Patria mía,
del Istmo los preclaros redentores.
No fue en campos sangrientos de batalla
en donde el Istmo se cubrió de glorias;
no siempre entre el fragor de la metralla,
se obtienen solamente las victorias…
En las soberbias y estupendas lides
que libra el Pensamiento,
surgen también valientes adalides;
el francés Mirabeau en el Parlamento
es tan gigante como el griego Alcides.

VI
EPILOGO

Panameños: juremos con anhelo
delante del altar de la Conciencia
guardar la integridad de nuestro suelo
para que sea el único desvelo
del Istmo conservar su Independencia,
y seguir por la senda del Progreso.
Sí: juremos también en este día
ante la faz del mundo, torvo el ceño,
odio y terror a toda tiranía
mientras palpite un corazón istmeño.
La voz que alienta el santo patriotismo
levantemos unísona, sonora,
y exclamemos con voz atronadora:
VIVA LA INDEPENDENCIA! GLORIA AL ISTMO!


Negra y Blanca,
por Federico Escobar

Cual las negras pupilas de tus ojos
que luz difunden como dos luceros;
como tu negra y blanca cabellera
que con ternura juega con el viento;
como del negro Otelo la silueta,

Vida mía, tienes el cuerpo.

Blanca como los copos de la nieve
que se congela en las regiones árticas;
como el capullo de una blanca rosa
que sus pétalos abre en la mañana;
y pura como el alma de Julieta,

Negra mía, tienes el alma.

Como alas de una golondrina,
como lira de lustroso ébano,
como estatua de Venus Citerea
que Fidias cincelara en mármol negro;
como plumaje de una negra garza,

Alma mía, tienes el cuerpo

Y blanca como el disco de la noche
de luz tibia, suave y argentada;
pura como una gota de rocío
entre la madre-perla coagulada
y santa cual la hostia en la patena,

Alma mía,
Vida mía,
Negra mía,
tienes el alma.


A mi patria,
por Federico Escobar

Para Guillermo Andreve
Alea Jacta Est.
César.

Pretenden rescatarte porque te aman
tres Señores feudales, Patria Mía?
-Jamás … Mentira el interés los guía
y con miras arteras te reclaman.

Que te adoran, ternísimo, exclaman
derrochando a su antojo la Ironía
y faltando a las leyes de hidalguía
viles traidores a tus hijos llaman.

Pero que importa? La inflexible Astrea
diosa de la Justicia, en tu bautismo
republicano, pronunció Alea.

Demostrando al moderno feudalismo
que en la balanza pesa más la Idea
que la Fuerza brutal del Despotismo.




Madrugada en el campo,
por Federico Escobar

Para el ilustrado tableño B. Porras

En la vasta llanura, que es serrallo,
muje, Sultán con astas, viejo toro;
las vacas, odaliscas, le hacen coro
y cada buey eunuco es un vasallo.

Relincha en el potrero el Rey caballo
tal vez celoso de un potranco moro;
y alado trovador, de plumas de oro,
alegre en el cortijo canta el gallo.

Y en el corral está con la totuma
sacando a chorros leche que da espuma,
la campesina que una vaca ordeña,

Mientras su esposo, rústico montuno,
en el bohío espera el desayuno
para ir en busca de mazorca y leña.


Todo los creditos de la informacion para sus respectivos autores.

1 comentario:

  1. Guaooo, sorprendente este señor cómo salió adelante apesar de todo, que en paz descance

    ResponderEliminar